La Reforma del siglo XVI, es recordada por nuestras iglesias como una crisis profunda del cristianismo y el surgimiento del protestantismo, pero, muy poco se habla de la participación que valientemente jugaron las mujeres como protagonistas, siendo muchas torturadas, y exponiendo sus vidas y otras abandonaron los monasterios, por abrazar el protestantismo para una vida más digna.
A lo largo de la historia se ha invisibilizado la importancia que la Biblia destacaba y sigue destacando en un grado de igualdad a la mujer respecto al hombre, un Dios justo no haría dos seres humanos en desigualdad o sumisión. En el mismo libro del Génesis, en una de las teorías de la creación, el relato de la misma creación se explicará, que Dios creó al ser humano varón y hembra (Gn.1:27).
Desde una perspectiva feminista crítica, revisamos el eurocentrismo y las sociedades patriarcales, de aquel momento histórico y los acontecimientos alrededor del siglo de las Reformas, porque realmente se produce un vuelco ético, político, cultural y religioso de amplia magnitud en el transcurso del cual, la influencia de los enfoques del Humanismo renacentista fue fundamental y sobre todo por el papel limitado de sumisión, que se le permitía a la mujer desempeñar, tanto en la sociedad como en las iglesias.
En la vida de las mujeres antes de la Reforma, ellas no eran consideradas ciudadanas, personas en sentido jurídico, ni tenía derecho a juicio y eran representadas siempre por un hombre. En lo religioso las mujeres no participaban del ministerio eclesial a menos que sea por retiro y celibato ordenada por la Iglesia católica, o la nobleza patriarcal.
Las mujeres de la Edad Media tenían trabajos y algunas incluso asumían el control del negocio familiar tras la muerte de sus esposos, pero, sus oportunidades seguían limitadas a ser esposa y madre o monja, salvo raras excepciones.
Tras el inicio de la Reforma, las mujeres encontraron nuevas libertades y un futuro incierto, al cerrar sus puertas algunos monasterios y los conventos, y por lo tanto, la vida monástica estaba restringida y las mujeres que habían sido obligadas a convertirse en monjas ahora podían elegir el futuro de sus vidas.
En la Reforma hubo mucha participación de mujeres que quedaron en el anonimato; pero, muchas otras trascenderían, dejándonos datos valiosos. La historiografía de esta época debería darle el valor al grupo de mujeres, por lo desafiante que fue el hecho de que las mujeres tomaran opciones de apoyar el protestantismo, muchas en contra de sus esposos. Por lo arriesgado que significaba para las mujeres en este tiempo. Por lo tanto, se puede decir que Lutero partía de unas circunstancias históricas concretas que afectaban gravemente a la religión cristiana y que él pretendía cambiar.
A continuación, mencionaremos algunas de estas valientes mujeres olvidadas en la historia y en nuestras iglesias, pero no por Dios por su enorme contribución a la humanidad y precursoras del feminismo protestante: Catalina de Bora (también conocida como Katherine Luther, 1499-1552) fue una monja que escribió a Martín Lutero en 1523 pidiéndole ayuda para liberar de su convento a ella y a otras personas que se habían adherido a sus enseñanzas. Ella se hizo cargo de todos los asuntos prácticos de la casa, incluidas las finanzas, plantó jardines, elaboró su propia cerveza para la venta y ayudó a Lutero en la formulación de sus ideas. También tuvo que enfrentarse regularmente a las duras críticas de los enemigos de Lutero, que denunciaban el matrimonio de dos antiguos clérigos que, según la tradición católica, debían permanecer célibes. Tras la muerte de Lutero en 1546, Catalina luchó por mantener su hogar, pero se vio obligada a huir durante la Guerra de Esmalcalda (1546-1547) y murió de una enfermedad desconocida en 1552.
Argula von Grumbach (1490 – c. 1564) nació en el seno de una familia católica de clase alta, muy devota, que valoraba la educación, pero no para las mujeres. Pero ella no hizo caso a las enseñanzas de su padre y a los diez años de edad ya leía y memorizaba la Biblia. A los 16 años ya era dama de compañía en la corte, donde siguió estudiando la Biblia y en 1516 se casó con el noble Friedrich von Grumbach (fallecido en 1530). En 1522, Argula leyó las obras de Lutero y Felipe Melanchthon (1497-1560) y se adhirió a la visión protestante. Su esposo siguió siendo católico y, ella escribía con frecuencia sobre su nueva fe.
Los colegas lo alentaron a romperle las manos o incluso a asesinarla si no lograba que dejara de escribir. Es más conocida por su elocuente carta en defensa de un joven profesor luterano de la Universidad de Ingolstadt que fue arrestado por herejía.
La carta se convirtió rápidamente en un panfleto, se imprimió y se convirtió en un éxito de ventas. Fue denunciada regularmente como prostituta y rechazada por muchos de sus familiares y amigos, pero siguió escribiendo, mantuvo correspondencia con Lutero e incluso viajó sola para predicar las nuevas enseñanzas hasta su muerte por causas desconocidas alrededor de 1564.
Catalina Zell: También conocida como Catalina Schütz (1497-1562), Catalina era una católica bien educada de Estrasburgo, que fue introducida a las enseñanzas de Lutero por el sacerdote Matthew Zell, quien se convirtió en el pastor de su iglesia. fue una prolífica escritora cuyos panfletos se convirtieron en éxitos de ventas, especialmente su obra de justificación del matrimonio clerical.
La protestante belga, Marie Dentiére (1495-1561), es una de las mujeres que tendrían protagonismo en este tiempo. Fue monja agustina, que abandonaría el monasterio, al igual que otras muchas mujeres, para abrazar el protestantismo.
Se le considera una teóloga protestante que predicó abiertamente, a pesar del peligro que esto suponía. En sus predicaciones, frecuentemente comentaba los textos que aludían a la mujer, además de luchar por los mismos derechos, que debía de tener la mujer con respecto al hombre.
Realizaría escritos y haría una buena divulgación de la importancia de elevar el papel de la mujer en la sociedad, siendo activista en Ginebra, tanto en lo religioso como en lo político. Colaboraría con Calvino y Farel; aunque en esto, estos reformadores no la respaldarán en su apología feminista. Ella proclamaba que el evangelio era para hombres y mujeres, y que no había dos evangelios destinados a uno o a otro sexo. Si bien sufrió la persecución de los católicos, también sufrió oposición de algunos protestantes, que todavía no concebían de forma adecuada el liderazgo de la mujer.
Otras mujeres lucharían para dar a conocer la doctrina luterana, como fue el caso de la duquesa Úrsula Munstenberg (1494-1531). Ella fue nieta del rey George de Podiebrad, de Bohemia, que además era un rey husita, que podríamos considerar dentro de los grupos pre-reformadores. Ella podría llevar la semilla evangélica de su abuelo; pero, al igual que otras muchas mujeres que se quedaban huérfanas, sería dejada en un convento cuando aún era una niña, y sin que se le consultara al respecto. Ingresó en el convento de Madeleine en Freiberg. Pudo escapar junto a otras 77 más, con un llamamiento basado en la gran comisión, de predicar el evangelio. Todo esto a pesar de la férrea vigilancia existente en los conventos, debido a que muchas monjas salían en cuanto tenían oportunidad. En su defensa, y con un gran conocimiento del Evangelio, Úrsula diría: «Confesamos libremente, que no podemos vivir por más tiempo sin la Palabra de Dios, sólo con Cristo, nuestro verdadero pastor, que posee las palabras de la vida.
Mucho se podría decir también de la anabautista Isabel Dyrks, que en 1549 fue sorprendida con escritos de la Biblia en latín. Fue condenada y torturada por considerarla maestra de los anabautistas. Se le aplicaría el Derecho Romano del Siglo VI para ejecutarla, metiéndola en un saco y ahogándola en el río. El radicalismo anabautista también fue notorio en el esfuerzo de la mujer, y serían muchas las mujeres que despuntarían entre ellos.
Nos encontramos con otras muchas mujeres, Elisabeth Cruciger (1500-1535) que también participaba en las discusiones teológicas de Lutero y Melanchton; Elisabeth Ron Brandenburgo (1485-1545); Giulia Gonzaga (1513-1556); Elisabeth de Brunswick (1510-1558); Margarita de Navarra (1555-1572); Juana de Albret (1528-1572); Renata Ferrara (1510-175) y otras muchas.
Desde una perspectiva crítica, nos corresponde como cristianos/as, revisar, reaprender y repensar los acontecimientos históricos de la Reforma, la ruptura que consecuencias trajo para historia moderna y contemporánea.
¿Qué análisis podemos hacer a raíz de la acumulación de riquezas que se produjo en Europa después de la ruptura con el catolicismo? Ahora en tiempos post modernos: quiénes se han quedado fuera, quiénes se han quedado atrás, (serán las mujeres, indígenas, jóvenes y afrodescendientes. nuestros países latinoamericanos. Es hora de que las iglesias azumamos el verdadero papel que nos corresponde en esta nueva crisis que vivimos en el orden económico, político, ambiental y cristiano. Los/as invito a que en nuestros cultos y en nuestras iglesias incorporemos el rol de valentía de las mujeres que hicieron unidas con hombres que fue realidad la reforma. Pero hoy nos toca otros desafíos.
Dra. Verona Salmon.